CUANDO LOS ADOLESCENTES PARECEN ADULTOS TRASTORNADOS

CUANDO LOS ADOLESCENTES PARECEN ADULTOS TRASTORNADOS

 

 

Este articulo es un capítulo del libro “la pequeña tribu”. Edición de Quim Mesalles. 2019. Ed. Comanegra.

 

1) LA ADOLESCENCIA COMO EXPERIENCIA DE FRONTERA

 

La adolescencia es una etapa de crisis y ruptura con momentos dramáticos y situaciones límite. Supone dar entrada a una gradual separación de la familia, aunque el adolescente no tenga mucha conciencia de ello.
La forma de expresión puede recordar a los adultos disfuncionales. La diferencia que plantean frente a estos tiene que ver con una necesidad de ajuste en su desarrollo, más que una patología caracterial. La rabia y el enfado sirven para marcar territorio y buscar sensación de solidez.
Las provocaciones y las actividades prohibidas pueden convertirse en rituales y la necesidad urgente de otra identidad aparece como figura emergente. A pesar de todo al adolescente le preocupa lo que sus padres piensen de él, así como lo que también puedan pensar determinados adultos de su entorno.
El adolescente puede hacer las cosas que hacen los adultos, sin embargo, al no disponer de recursos carece de un fondo experiencial. Esto le deja perdido, solo y con pocas posibilidades de acción. Emocionalmente experimentará miedo e inseguridad que pueden transformarse en acciones que van desde la impotencia a la omnipotencia.
Los adultos que le rodean no saben cómo responder frente a ese “otro” que de repente cambia de niño a adolescente. Esto a su vez actualiza las vivencias personales que han tenido de esa etapa los que ahora son padres o adultos cercanos, proyectándolas en el adolescente, siendo que la relación puede convertirse más en obstáculo que en apoyo.
Esta etapa puede convertirse en la travesía del desierto. El crecimiento no es fácil y tiene lugar cuando se corre el riesgo de asimilar y metabolizar lo desconocido, incorporándolo y volviéndolo conocido.
“Un organismo vive fundamentalmente en su entorno, manteniendo su diferencia, y lo que es más importante, asimilando el entorno para nutrir su diferencia…lo elegido y asimilado siempre es algo nuevo; el organismo sobrevive asimilando lo nuevo, cambiando y creciendo. Por ejemplo, el alimento, como Aristóteles decía, es aquello “desigual” que puede llegar a ser “igual”, y en el proceso de asimilación, el organismo es transformado a su vez”. (Perls, Hefferline y Goodman 1.951 pgna. 9).
El ajuste creativo es una forma de contacto con el entorno que puede producir sufrimiento e incomprensión. Esto posibilita, que desde una mirada clínica y para nada fenomenológica ni existencial, la conducta del adolescente pueda ser inscrita en cuadros psicopatológicos, cuando realmente son solo determinadas formas de reaccionar ante el entorno como inexpertos aprendices de adultos.

 

PREADOLESCENCIA Y ADOLESCENCIA

 

De la adolescencia podemos decir que es un proceso evolutivo complicado y turbulento, donde se dan cambios de gran intensidad, y supone una alteración fundamental del estado existencial. Emerge con la pubertad, en lo que podemos llamar pre-adolescencia entre los 10 y los 16 años. Se manifiesta en los cambios físicos y biológicos relacionados con el inicio de la maduración sexual más que con cambios psicosociales y culturales,m que aparecerán más adelante y que conformaran su identidad en lo que se llama propiamente adolescencia. El cómo se vivan esos cambios biológicos tendrá consecuencias tanto a nivel psicológico como a nivel social, con una importancia fundamental en el autoconcepto y la autoestima.

 

Podemos decir que lo esperable de la adolescencia es que termine sobre los veintipocos años, ya que las características de cada etapa varían en cada individuo, aunque pueden darse traumas de origen añadidos.

 

En este tránsito, nuestro trabajo como terapeutas consistirá en dar seguridad y apoyo cuando los adolescentes se encuentren con dificultades. Estas tienen que ver fundamentalmente con contacto y relación, tanto con uno mismo como con el entorno, ambos en continuo cambio y movimiento. Esto da entrada a una nueva forma de existencia, posibilitando una redefinición personal.

 

En gestalt disponemos de una teoría de desarrollo en el origen (Salonia 2.008 ) que abre un horizonte en la evolutiva de las personas, y aunque no dispongamos de una teoría del desarrollo sobre la adolescencia, necesitamos dar entrada a la expansión del espacio vital que comienza en el origen y se desarrolla en el tiempo.

 

Margarita Spagnuolo Lobb (2.013) habla del desarrollo polifónico de los dominios desde un enfoque fenomenológico, que consiste en recoger por parte del observador los primeros ajustes experienciales del infante, que no se ajustarán a etapas, sino que van a estar presentes de forma continuada en todo nuestro recorrido vital. Entenderemos por dominio un conjunto de competencias que posibilitan el contacto y que a la vez se relacionan con otras capacidades que posibilitan el fondo de la experiencia presente.

 

Hasta llegar a la adolescencia el self infantil es el mismo que el del campo familiar, manifestándose como un aspecto implícito del fondo, y se vive sin que emerjan aspectos reflexivos, que poco a poco irán apareciendo en la “tensión creativa” que se da entre el organismo del adolescente y el entorno y que posibilitará su sentido de identidad personal.

 

LAS FUNCIONES DE CONTACTO EN EL ADOLESCENTE

 

Del self podemos decir que es la experiencia de estar en el mundo y es la frontera/ contacto del organismo/entorno activos.

 

La elección de una determinada posibilidad de existencia que conlleve una vida habitable en el adolescente solo puede darse con los apoyos que ofrezca el entorno, alejándonos de la concepción de fatalidad y destino.

 

En el adolescente la función ello del self, aparece en la excitación de la energía y tensión que se carga o libera, y sobre todo en su sexualidad emergente. También aparece en una sensación de fusión-confusión vagamente percibida que viene del fondo y penetra poco a poco en el organismo. La tensión se experimenta como incomodidad mientras que el alivio de la tensión se experimenta como placer.

 

En cuanto a la función yo, aparece fundamentalmente en las nuevas elecciones de identificacion o rechazo y toma cuerpo en las nuevas amistades, nuevos espacios de relación, etc…

 

La función personalidad toma cuerpo en su propia existencia como adolescentes, en lo que van descubriendo de ellos mismos y configura su historia. Los roles y las máscaras que adoptan pueden ser un ejemplo.

 

En psicoterapia con adolescentes, necesitamos tener en cuenta la relación que éste establece con las figuras parentales y con el resto de la familia. También es importante ver el espacio relacional formado por el adolescente, las figuras parentales y el terapeuta, y desde ahí trabajar todos juntos en la realización de aspectos inconclusos relacionales. Esto no está reñido con un trabajo personal del adolescente en solitario si está dispuesto a aceptarlo.

 

PERSONALIDAD Y AJUSTES

 

La personalidad desde un enfoque gestalt tiene que ver con el conjunto de representaciones que el individuo hace de sí mismo en relación a su entorno y es una función donde se ponen de manifiesto los cambios.

 

Por otra parte, la historia del diagnóstico clínico define los trastornos de personalidad como una perturbación del individuo con su consecuente fracaso adaptativo, convirtiéndole en una isla frente al entorno.
Actualmente el DSM V como uno de los representantes más importante de este tipo de diagnóstico, y a pesar de sus contradicciones e insuficiencias, conserva un modelo categorial basado en los síntomas e intenta dar entrada, sin conseguirlo, a un modelo dimensional (psicosocial) sobre todo para nuevas revisiones. Esto en sí mismo ya supone una posibilidad de cambio de paradigma, que no se da de momento, siendo que “la clasificación dimensional del DSM V se hace más explícita en los Trastornos de personalidad”. ( ver Sandin B. Chorot P y Valiente R.M. 2.016 pgna. 153).

 

El DSM V como forma de diagnóstico es el más conocido y utilizado hasta el momento por los profesionales de nuestro sistema de salud, tanto a nivel nacional como internacional. A través de ellos nos pueden llegar informes, diagnósticos o algún otro tipo de información o interrelación que no podemos ignorar y aunque carezca de una mirada fenomenológica y existencial, necesitamos añadirla desde nuestro enfoque para poder clarificar el caso en el que estemos trabajando.

 

Desde nuestro enfoque “La definición del trastorno de personalidad recubre tipos de experiencia de nuestro propio contexto social, así como perfiles patológicos que en el pasado eran entendidos de diferentes maneras… siendo que la imposibilidad de llegar al otro es una experiencia compartida por todos los trastornos de personalidad” (Gecele M. pgnas 607/8 en Francesetti G, Gecele M y Roubal J 2.013).

 

Desde la perspectiva gestáltica, la psicopatología se convierte en el ajuste de un individuo con su entorno. El trastorno se convierte en una forma creativa de relación, entendido esto en nuestro caso, como la mejor manera que el adolescente tiene de manejarse en el mundo y encontrar su lugar en él. Aquí entran en juego las formas de adaptación y resistencia al contacto, siendo que la frontera-contacto siempre está activa, y es lugar donde se dan las relaciones y sus dificultades.

 

Desde la gestalt, Perls, y más tarde la aportación complementaria de otros autores, ponen la mirada en el proceso que genera la experiencia de satisfacción de necesidades en relación al entorno. Esto se conceptualizara en un ciclo vital, con una serie de fases que sirven para ver qué ocurre y en qué lugar se producen los ajustes. La finalidad de este ciclo consiste en presentar de forma didáctica cómo se mueve esa energía.

 

En relación al adolescente podemos decir que los mecanismos de adaptación que suelen aparecer se conforman desde lo siguiente:

 

1) Confluencia: Se funde y confunde con sus iguales y deja de hacerlo con su familia. “mi familia son mis amigos”.
2) Introyección: posibilita la socialización en las subculturas adolescentes, en las que empieza a moverse, con sus propias normas, valores y costumbres, a veces provocativas.
3) Proyección: sobretodo en su miedo a salir al mundo y buscar un lugar en él.
4) Retroflexión: en los ajustes creativos que emplean y se hacen (conductas destructivas, depresivas, etc…).
5) Deflexión: en sus formas de enfriar el contacto, sobre todo con la familia.
6) Egotismo: desde conductas maniacas que impliquen control, triunfo y desprecio.

 

5) TRASTORNOS DE PERSONALIDAD

 

Definiremos “trastorno” como aquel rasgo que permite describir diferencias individuales de personalidad y que interfiere con la vida cotidiana produciendo malestar y sufrimiento.

 

El inicio de estos trastornos suelen aparecer en la adolescencia o en las primeras etapas de la edad adulta. Esto no quiere decir que el adolescente sea un adulto trastornado. Es un aprendiz de adulto que esta transitando una crisis, a través de regulaciones con el entorno, en una ampliación de campo que necesita la flexibilización de sus fronteras.
En su devenir temporal van emergiendo personas implicadas en nuevas relaciones y vínculos, que no se pueden mantener con los recursos antiguos y la única posibilidad saludable es dar entrada a otros nuevos, desarrollando nuevas capacidades de contacto, y estableciendo condiciones de frontera que apoyen tanto la vinculación como la separación.

 

Las perturbaciones de personalidad, siguiendo, el DSM V se clasifican en tres tipos, y esto da lugar a distintas formas de relación con las que el adolescente aprende a relacionarse con el mundo.

 

Aparecen tres modalidades: A) Personalidades extrañas o excéntricas; B) Personalidades dramáticas, emocionales o erráticas; y C) Personalidades temerosas y ansiosas.

 

5.1) Personalidades extrañas o excéntricas: Tienen las características de independientes, introvertidos, mal socializados e inestables emocionalmente, y se subdividen de la siguiente forma:

 

5.1.1) Ajuste esquizoide: Son solitarios, sin redes sociales de apoyo. Evitan la intimidad, y les cuesta expresar sentimientos. No vendrán a terapia salvo que pasen por alguna experiencia que les remueva mucho, o porque siendo jóvenes, las personas de su entorno insistan en ello.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos decir lo siguiente:

 

1) Sensación: No parecen sentir interés por los otros. Experimentan y contactan lo mínimo.
2) Toma de conciencia: no muy clara. Experimentan cierta rigidez, ya que parten de sensaciones muy debilitadas que les cuesta personalizar.
3) Energetización: muy débil.
4) Acción: poco expresivos y con falta de espontaneidad.
5) Contacto: igualmente débil. Además no lo buscan. Eligen pasatiempos y actividades solitarias.
6) Retirada: Siempre ponen énfasis en ella.

 

Los mecanismos de resistencia son:

 

1) Confluencia: muy poca. Se manifiestan indiferentes a los otros.
2) Introyección: muy poca. No dan entrada a lo externo. No se fían.
3) Proyección: de hostilidad interna.
4) Retroflexión: sobre todo se invisibilizan, aunque eso ocurra a nivel poco consciente.
5) Deflexión: en la atenuación de la posible intensidad del contacto, que es su escena temida.
6) Egotismo: hay mucho control y no tiene que darse necesariamente de forma consciente.

 

5.1.2) Ajuste paranoide: Son hipersensibles, recelosos y distantes. Se aíslan socialmente y evitan la intimidad por ser su escena temida; restringen mucho lo afectivo y participan de creencias inusuales. Pueden ser hostiles cuando se sienten presionados por el entorno.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos decir lo siguiente:

 

1) Sensación: les cuesta sentir. Están en la cabeza. Desconfían de sus emociones.
2) Toma de conciencia: sesgada desde la vigilancia y el control.
3) Energetización: alerta, movilizados y expectantes. No descansan.
4) Acción: defensiva. Les cuestan las acciones espontáneas. Son insistentemente rígidos y resistentes sobre cualquier forma de control que les pueda presionar desde fuera.
5) Contacto: difícil. No saben diferenciar lo que es suyo de lo ajeno. No hablan, interrogan. El mundo les resulta persecutorio.
6) Retirada: les cuesta. Necesitan perchas para sus proyecciones y así engancharse en ellas, participando en un mordisco de aferramiento.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Confluencia: la evitan. Cuestionan los mínimos detalles.
2) ntroyección: parten de una introyección básica de origen, donde cuidarse es vital y dramático. Desde ahí no dan entrada a lo externo. Funcionan en modo rechazo.
3) Proyección: masiva. Ponen fuera lo desagradable.
4) Retrofexión: fundamentalmente presentan anhedonia o dificultad para experimentar placer. Aparece pérdida de interés y poca satisfacción en casi todas las actividades que realiza. Esto se considera como una falta de reactividad a los estímulos placenteros.
5) Deflexión: no se da mucho. Están más fuera que dentro.
6) Egotismo: intentan quedar por encima utilizando mecanismos de control.

 

5.1.3) Ajuste esquizotípico: son excéntricos en sus relaciones, con una regulación cognitiva alterada. Experimentan percepciones y creencias inusuales. Se aíslan socialmente y su afecto es restringido. Evitan la intimidad. Son recelosos y experimentan ansiedad en su forma de estar en el mundo. Algunos profesionales ven en ellos un estado premórvido de la esquizofrenia. Son individuos marginales.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos decir que:

 

1) Sensación: mucha confusión a nivel de sensaciones, con dificultad para sentirlas. Puede caer en ilusiones perceptivas.
2) Toma de conciencia: aparece una coloración de extrañeza en todo lo que tocan, y tienen facilidad para la despersonalización. A diferencia de los esquizofrénicos presentan un darse cuenta parcial, con conciencia suficiente para saberse extraños a los ojos de los otros.
3) Energetización: poca vitalidad. Les cuesta concentrarse. Tienen dispersión de ideas.
4) Acción: no muy definida.
5) Contacto: difícil. Aparecen como un misterio a los ojos de los otros. Confusos. Tienen la creencia de capacidades mágicas tanto propias como ajenas. Estas creencias pueden ser hostiles y proporcionar daño.
6) Retirada: es su lugar seguro.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Confluencia: les resulta difícil.
2) Introyección: no están lo suficientemente diferenciados para tener capacidad de utilizar este mecanismo. Los introyectos no 3) quedan arraigados.
3) Proyección: ponen fuera lo molesto de los aspectos propios.
4) Retroflexión: le dan muchas vueltas a la cabeza, hasta llegar a sentirse mal físicamente.
4) Deflexión: se confunden para no ver lo que puede ver.
6) Egotismo: pueden parecerlo desde su excentricidad.

 

5.2.) Personalidades  dramáticas, emocionales o erráticas: suelen ser sujetos inmaduros dependientes, extrovertidos, mal socializados, e inestables emocionalmente.

 

5.2.1) Ajuste narcisista: no suelen acudir a terapia porque son ideales y siempre dicen estar bien. Pueden tener brillo social pero fracasan en sus relaciones íntimas. Las relaciones que entablan están basadas en la utilidad y el mercantilismo. Necesitan admiración. Viven en función de su imagen. Son seductores.

 

De niños han sido utilizados por sus padres en beneficios de ellos mismos, sin ser
considerados como personas, Esto les hace estar muy desconectados de sí, con vacío interior y mucha carencia.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos decir lo siguiente:

 

1) Sensación: se sienten especiales. Fundamentalmente tienen poco desarrollo en la capacidad de sentir empatía.
2) Toma de conciencia: se atribuyen importancia a la imagen para tapar el vacío interno.
3) Energetización: suelen estar con un movimiento hacia fuera.
4) Acción: dejan al otro frustrado e incómodo por su acción manipulativa y poco sincera. Dan mucha vuelta a las cosas.
5) Contacto: grandes dificultades a pesar de sus aparentes encantos. Todo queda en la superficie.
6) Retirada: es una forma muy particular de retirada. Aunque dependen del otro, aparentan que esto no ocurre, y que no quieren nada de él. Se sitúan por encima. Aislarse así protege la herida narcisista, asegurando el control.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Confluencia: tienen fobia a la confluencia. Los “otros” son imperfectos.
2) Introyección: hay una especie de introyección básica que ha sido determinante en su evolutiva por parte de las figuras significativas y tiene que ver con: “Te quiero siempre que seas como necesito que seas”. Esto genera carencia de empatía. Creen ser la encarnación del yo ideal.
3) Proyección: lo malo fuera y lo bueno dentro. De tal manera que se convierten en seres ideales.
4) Retroflexión: se admiran mucho. En el mito, Narciso se ahoga mirando su propia imagen.
5) Deflexión: niegan la crítica y la propia imperfección.
6)Egotismo: es una defensa muy propia de este ajuste. Aparecen las defensas maníacas de control, triunfo y desprecio.

 

5.2.2) Ajuste antisocial: expresan insensibilidad, falta de empatía, son manipuladores y presentan agresividad manifiesta. Pueden presentar irresponsabilidad, imprudencia e impulsividad.

 

Físicamente presentan una arquitectura corporal de torax hinchado y fuerte, con la parte superior pesada, y una actitud de “aquí estoy yo y por aquí no pasas”. Pretenden sometimiento. Su lenguaje es directo e invasivo. Su escena temida es que les traicionen. Tienen miedo a dejarse ir y confiar. En sus experiencias infantiles fueron utilizados, abusados y traicionados. Desde su acción defensiva controlan a los otros. Las consecuencias de la acción defensiva es que atraen la agresión y la traición. Su distorsión temporal es precipitarse en el futuro.

 

Son sujetos que difícilmente van a terapia por voluntad propia. La figura que aparece continuamente es el poder y el control y sometimiento de los otros.

 

Podemos decir de este trastorno que tiene fallas en el super-yo o perro de arriba desde la negación de culpa y responsabilidad. Por otro lado presenta un exceso de control paranoide.

 

No pueden construir un “nosotros” real por los ataques al contacto y al vínculo, bien manipulando al otro, bien induciendo a que el otro actúe en su beneficio.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos decir que se mueve en los siguientes niveles:

 

1) Sensación: dificultades en el sentir y sobre todo de captar fundamentalmente empatía.
2) Toma de conciencia: Escasa conciencia. Irresponsables. No se culpabilizan. Presentan dificultades en la simbolización. Se manejan con pseudo-símbolos, por lo que las palabras y los hechos no son utilizados como tales, sino que sirven para provocar al otro, ya que son portadores de violencia. Tienen baja tolerancia a la frustración, y presentan dificultad en la elaboración de conflictos.
3) Energetización: siempre preparados a pasar a la acción y al acecho de nuevos desafíos.
4) acción: impetuosos. No se dan tiempo de reacción. Viven en continua actuación provocadora.
5) contacto: invaden y agreden. Pasan al acto sin tener en cuenta las consecuencias.
6) Retirada: les cuesta hacerlo. Necesitan demostrar que la mejor defensa es el ataque.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Introyección: dificultad con las introyecciones, sobre todo las nuevas que impliquen aprendizaje o socialización.
2) Proyección: funcionan con identificaciones proyectivas masivas, cuya intención es impactar y asustar para inocular miedo en el otro. La identificación proyectiva es una proyección muy primitiva, que funciona agrediendo al otro, y justifica su respuesta defensiva como un ataque que le da derecho a agredir y seguir agrediendo con intencionalidad de hacer daño.
3) Retroflexión: no se da. Se lo hacen todo al otro en lugar de hacérselo a ellos mismos. Agreden y asustan.
4) Deflexión: sobre todo en el sentimiento de culpa.
5) Egotismo: utilizando defensas de control.

 

5.2.3) Ajuste límite o borderline: presentan labilidad emocional. Pueden manifestar autolesiones. Tienen miedo a la perdida y al abandono. Presentan altos niveles de ansiedad y baja autoestima. Aparecen aspectos depresivos muy marcados. Pueden ser hostiles. Son impulsivos. Van de un extremo a otro a nivel emocional.

 

Necesitan terapia de apoyo, maternaje y sentirse contenidos, siendo ese el objeto de su provocación. Actúan como los niños. Con ellos el encuadre debe ser estricto y las normas claras. Es importante el establecimiento de límites, por lo que suponen un trabajo agotador y una vampirizacion considerable de energía.

 

Si trabajamos en grupo no es conveniente incluir más de uno por la dificultad de manejo.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos ver lo siguiente:

 

1) Sensación: codifican mal las sensaciones. Tienen dificultades para manejarse con ellas. Pueden suponer amenaza. No confían en ellas. El miedo les hace estar muy para dentro, o pueden desbordarse y dar estallidos hacia fuera.
2) Toma de conciencia: al desconfiar de sus sensaciones puede darse la dificultad de poner palabras. Confusión.
3) Energetización: pueden movilizarse mucho o estar bloqueados.
4) Acción: precipitación, con dificultades de control. Pueden ser violentos y autopunitivos.
5) Contacto: necesitan mucho contacto. Son personalidades adhesivas, y necesitan del otro que presente un volumen emocional para adherirse. Pueden pedir al terapeuta exigencias infantiles. Necesitan mucha atención. El miedo es a encontrarse solos.
6) Retirada: tienen fobia a retirarse. Se quedan en la confluencia aunque puede vivir aislamiento regresivo.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Confluencia: les cuesta individuarse. Prefieren fundirse y confundirse con el otro.

 

2) Introyección: tienen introyecciones infantiles muy arraigadas, aunque una vez fijada la personalidad se dan dificultades para introyectar lo nuevo

 

3) Proyección: están en el interjuego paradójico de lo malo fuera-lo bueno dentro o lo malo dentro- lo bueno fuera.

 

4) Retroflexión: puede ser muy dañina y ejercer comportamientos autodestructivos, que generalmente son llamadas de atención.

 

5) Deflexión: En períodos de crisis. Pueden desconectarse.

 

6) Egotismo: les cuesta separarse.

 

5.2.4) Ajuste histriónico: aparece labilidad emocional. La escena temida es no ser vistos, por ello necesitan que se les mire y ser el centro de atención. Para conseguirlo despliegan brillos y plumas. Necesitan sentir y lo hacen exagerando para poder conseguirlo. No es un recurso teatral aunque lo parezca. En terapia necesitamos detener los saltos rápidos de un sentimiento a otro para que puedan entrar en contacto auténtico.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos decir que:

 

1) Sensación: son muy coloreadas, lábiles y cambiantes.
2) Toma de conciencia: están más en el otro que en ellos mismos. Son sociables y animados.
3) Energetización: puede llegar a ser exagerada. Gastan una gran cantidad de energía.
4) La acción es teatral, afectada, desplegando “brillos” para llamar la atención y ser vistos. Pueden llegar a ser hiperactivos.
5) En el contacto funcionan “como si” contactaran. Lo necesitan, pero funcionan desde el precontacto. Las relaciones están erotizadas.
6) Retirada: tienen miedo a retirarse y presentan ansiedad por dejar de ser centro de atención.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Confluencia: ponen la mirada en el otro en el cual se pierden.
2) Introyección: a pesar de manifestarse aparentemente gregarios no es un mecanismo que utilicen.
3) Proyección: son seductores pero la responsabilidad la ponen en el otro.
4 La retroflexión aparece en sintomatologías como somatización y conversión.
5) La deflexión aparece desde la hiperactividad y la exageración, que supone un no contacto real.
6) La retirada les cuesta, porque la mirada del otro ya no está para ellos.

 

5.3) Personalidades temerosas y ansiosas: sujetos temerosos, introvertidos, mal socializados, e inestables emocionalmente

 

5.3.1) Ajuste obsesivo-compulsivo: obsesión deriva del latín y significa asedio y el término compulsión supone una conducta repetitiva. Las conductas desde el punto de vista del sujeto son irrelevantes, absurdas o sin sentido y se lucha contra ellas. Las acciones obsesivas se convierten en rituales y el sujeto establece con ellas una especial forma de relación mágica con el mundo. El patrón de comportamiento es meticuloso y perfeccionista. Los rasgos más característicos son de orden, limpieza, exigencia, meticulosidad, pedantería y frialdad emocional. Aparece inflexibilidad con control a expensas de la espontaneidad. Desde dar vueltas a los pensamientos evitan moverse corporalmente. Son perfeccionistas, miedosos y rígidos con los cambios. Necesitan orden y quedarse en lo de siempre sin dar entrada a lo nuevo.

 

Existencialmente tienen miedo de estar arrojados al mundo, y necesitan que alguien les diga como tienen que moverse para hacerlo bien y ser queridos por la autoridad. Presentan ansiedad, pesimismo, culpa y vergüenza.

 

Se fijan en el detalle y olvidan lo global. Es importante movilizarles, aunque se den muchas dificultades corporales. Son buenos en el trabajo en grupo. Es importante que puedan abandonarse para contrarrestar la retención.

 

Desde el ciclo de la experiencia:

 

1) Sensación: tienen miedo fundamentalmente a que sus sentimientos no sean aceptados y los anulan para sentirse queridos.
2) Toma de conciencia: excesiva. Son muy disciplinados en hacer las cosas como creen que tienen que ser para gustar a la autoridad.  Son prudentes, leales y concienzudos. La disciplina es lo más importante. Se pierden en detalles y en aspectos superfluos y reglas. Piensan mucho las cosas. Van por delante de lo que hay, y se proyectan en lo que no hay que suelen ser fantasías catastróficas de futuro.
3) Energetización: sus acciones pierden espontaneidad por su carácter ritual. Les cuesta mucho arrancar.
4) Acción: aparece la rigidez en todas sus manifestaciones. Moverse es su escena temida sobre todo por su fantasía sobre la posibilidad de no hacer las cosas bien.
5) Contacto: problemático, ya que los rituales que establecen les impiden flexibilidad y la relación con el otro.
6) Retirada: les cuesta, ya que siempre les falta algo para terminar y cerrar.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Confluencia: sobre todo con la autoridad.
2) Introyección: pueden hacerlo de una forma selectiva, si esto viene de una supuesta autoridad.
3) Proyección: lo propio que consideran malo lo ponen fuera, y lo bueno dentro o al revés.
4) Retroflexión: el dar vueltas a la cabeza es un ritual que posibilita evitar la acción.
5) Deflexión: funcionando desde lo racional. Evitan el proceso emocional.
6) Egotismo: puede darse o no.

 

5.3.2) Ajuste evitativo: presentan miedo y ansiedad al vacio y a la pérdida. Son pesimistas con baja autoestima. Presentan culpa y vergüenza. Evitan la intimidad. Se aíslan socialmente. Restringen el afecto y presentan anhedonia. No les gusta el riesgo y tienen desapego social.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos decir lo siguiente:

 

1) Energetización: estan siempre alerta, vigilando los posibles indicadores de riesgo. Les cuesta abandonarse a lo placentero.
2) Toma de conciencia: miedo a ser inadecuados y a hacer el ridículo.
3) Energetización: es muy cuidadosa, y está centrada en evitar el dolor, con lo cual aparece falta de espontaneidad.
4) Acción: contenidos y temerosos.
5) Contacto: ansiógeno. Mucho miedo a las relaciones, sobre todo íntimas.
6) Retirada: es su situación preferida y de mayor seguridad. En el aislamiento es donde mejor se encuentran.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Confluencia: aunque necesitan al otro tienen mucho miedo de acercarse por una fantasía de rechazo, que ya han vivido en el origen.
2) Introyección: están dispersos y asustados. Tienen poca capacidad para dar entrada a lo ajeno. Les cuesta discriminar.
3) Proyección: poniendo fuera los contenidos supuestamente “malos”.
4) Retroflexión: se aíslan para que no les hagan supuestos daños y evitar el dolor.
5) Deflexión: tienen miedo al rechazo que evitan con cualquier indicador de aceptación.
6) Retirada: es su lugar seguro.

 

5.3.3) Ajuste dependiente: tienen miedo al vacío y a la pérdida. Son sumisos. Tienen dificultades para funcionar de forma autónoma, y esa es su escena temida. No pueden sostener que las relaciones se acaben y se deprimen frente a este hecho.

 

Desde el ciclo de la experiencia podemos decir que:

 

1) Sensación: sienten miedo y mucha ansiedad frente a cualquier indicador de autonomía. En el origen no han tenido apoyos relacionales.
2) Toma de conciencia: no pueden vivir sin estar sometidos.
3) Energetización: les cuesta mucho. Lo hacen gracias al otro.
Acción: se viven incompetentes. Esto les sirve como ventaja para no responsabilizarse de su energía y no equivocarse, así el que se equivoca es el otro.
4) Contacto: necesitan confluir y el contacto les supone ansiedad.
5) Retirada: es su lugar seguro.

 

Mecanismos defensivos:

 

1) Confluencia: suelen utilizar este mecanismo muy a menudo.
2) Introyección: a partir de ella se mantienen en la dependencia.
3) Proyección: la responsabilidad que no cogen la ponen en el otro para que se ocupe de ellos. En ese sentido son muy hábiles.
4) Retroflexión: se desenergetizan y se hacen impotentes. Son personalidades adhesivas.
5) Deflexión: Evitando y negando las situaciones conflictivas.
6) Egotismo: no tienen fobia al contacto.

 

6) REFLEXIONES FINALES

 

En esta reflexión comparativa donde los adolescentes pueden parecer adultos disfuncionales, me he remitido a los trastornos de personalidad del polémico DSM V, sin embargo en este manual con el término “trastorno” aparecen otro tipo de ajustes”, que en el anterior DSM IV R se codificaban como síntomas y síndromes clínicos de trastornos mentales del eje I. Estos presentaban comorbilidad con los genuinos trastornos de personalidad del eje II, y eran por definición más estables, siendo que en la nueva codificación se ha planteado un reajuste de criterios, no sabemos si para mejor.

 

CASO CLINICO

 

Preadolescente de 14 años. El primero de dos hermanos. Se llevan 4 años de diferencia. Desde hace un tiempo manifiesta conductas agresivas e irresponsables tanto en casa, fuera de casa, como en clase.

 

Primer contacto

 

A través de una llamada telefónica de la madre. Está angustiada. Me dice que necesita terapia para su hijo preadolescente de 14 años. Presenta conductas que hasta la fecha nunca había manifestado. Según la madre “contesta, llega tarde, fuma y sale con amigos mayores de dieciséis años o más. Dice que lo hace porque ya no es un niño. Tenemos miedo de que se drogue, o beba alcohol, como ya ha ocurrido en un par de ocasiones, en las que esos amigos le han traído a casa en condiciones lamentables. Además manipula, miente y está agresivo. Nada que ver con lo que era hace un año. Se ha convertido en una persona distinta. No acepta las compañías que tenía antes, ni las que le sugerimos… No atiende a razones… Ya no quiere salir con nosotros como antes. Intenta culpabilizarnos de no dejarle hacer su vida, es impetuoso, desafiante y a veces parece un loco o un autentico psicópata”.
Le pregunto si le ha planteado la posibilidad de terapia. Me dice que sí, aunque no ha obtenido respuesta, simplemente dijo que no estaba enfermo ni loco.

 

La madre, y su marido están dispuestos a hacer que venga a la fuerza si es necesario. Según ellos es la única manera de “enderezarlo”.

 

Me llega muy preocupada al otro lado de la línea y le planteo una primera entrevista. Acepta. Le pregunto si el padre vive con ellos. Me dice que sí. Además tiene otro hijo más pequeño de 10 años. Tendrán que venir los padres a la entrevista

 

Me responde que su marido está muy ocupado y tiene que hablarlo con él. Le digo que es muy importante la participación de los dos.

 

Me hace más preguntas. Le respondo que sus dudas las dejamos para el primer encuentro.

 

PRIMERA ENTREVISTA

 

Viene sola. El marido no ha podido venir por problemas de trabajo. Ella en su discurso insiste en que lo traerán a la fuerza si es necesario. Le pregunto si puede ver otras posibilidades en el planteamiento. No ve ninguna.

 

Intento localizar el problema para ver quien lo tiene realmente. Ella responde que su hijo. Yo le respondo que lo tienen todos. Ella es la que lo ve, puede formularlo y pedir ayuda a un profesional, con el consentimiento de su marido. Luis, que así se llama el preadolescente, no tiene ninguna conciencia ni de su dificultad, ni de pedir ayuda.

 

Le planteo lo siguiente: ella y el padre son conscientes de que existe un problema que tiene que ver con su preocupación por la conducta de Luis. Luis no parece tenerlo. Para una intervención terapéutica necesito que el preadolescente venga por propia voluntad, y desde obligarlo por la fuerza no hay ninguna posibilidad de éxito.

 

La clave reside en reconocer una dificultad que va creciendo y que no saben cómo manejar en su relación con Luis. La solución más razonable es hablar con él y pedirle ayuda para resolverlo, y para consultar entre todos a un profesional. De esta forma no se culpabiliza a nadie, y se le da el estatus que el adolescente pide y que tiene que ver con no ser tratado como un niño. Algo no funciona en el sistema y necesitan ajustarlo entre todos.

 

La madre parece dudar. Mi impresión es que hablar con el hijo puede plantearle una escena temida tanto a ella como al marido. Insisto que no se trata de que el preadolescente ajuste sus posibles “deficiencias”, sino de trabajar entre todos un problema común que toma cuerpo en la actual relación emergente. Luis es el síntoma del campo familiar. La energía que pone en él hace que ese espacio se descompense y éste necesita recuperar de nuevo su homeostasis desde una intencionalidad compartida.

 

Existe sufrimiento, y aunque el preadolescente no hable de él directamente queda de manifiesto en su forma de proyectarlo, de tal forma que son los padres los depositarios del malestar, y esto impide el ajuste del sistema.

 

La madre me dice que lo consultara con el padre para ver qué le parece. En principio está de acuerdo con lo hablado y con lo que sea se pondrá en contacto telefónico conmigo.

 

SEGUNDA ENTREVISTA

 

Vienen todos, Luis incluido. Parece que la formulación propuesta de momento ha funcionado. Me sorprende el físico de Luis, ya que siendo un preadolescente de 14 años parece más mayor. Mide cerca de uno setenta, es fuerte, atractivo y de complexión atlética y maneja un buen discurso para su edad.

 

Entran en la sala y la configuración manifiesta es la siguiente: se sientan enfrente de mí, la madre en medio de los dos, el padre a la derecha y el hijo a la izquierda. Les propongo ponernos en círculo aprovechando las posiciones adoptadas, de tal forma que el hijo y el padre quedan enfrente. Comienza hablando la madre de su preocupación, mientras me mira a mí, al padre y al hijo. El padre y el hijo evitan hacerlo a lo largo del discurso de la madre.

 

Cuando pregunto al padre cómo se siente en este momento escuchando a la madre, responderá acusatoriamente a Luis, muy serio, enfadado, y sin mirarle, en relación a como manifiesta su comportamiento. Le propongo que lo mire mientras habla para ver que siente. Le cuesta contactar con eso. Lo evita yéndose a la cabeza desde donde salen más juicios y razones sobre lo que su hijo tiene que hacer.

 

Le pregunto a Luis como se siente con su padre ahora y responde que mal, e incómodo, para continuar diciendo que así es como se comporta siempre con él: dando órdenes, como el militar que es. El padre continúa respondiéndole desde el enfadado. Cuando termina le pregunto a la madre cómo se siente con esto que está ocurriendo. Me responde que esto es muy habitual y le incomoda. El padre es muy rígido, incluso con ella.

 

El padre parece sorprenderse. Luis sonríe. Aprovecho para preguntarle de que está hecha esa sonrisa. Responde que de las discusiones de sus padres. Ellos discuten pero el problema siempre es él…

 

Va apareciendo nueva información a través de nuevas figuras emergentes en el campo relacional donde yo ahora estoy incluido. Mi función aquí es formar junto con ellos parte de un todo que apoye el darse cuenta y fomente experiencias de relación, posibilitando no obstaculizarlas. Se trata de construir entre todos las condiciones de un campo con intencionalidad de crecimiento y la posibilidad de una nueva mirada.

 

No voy a describir la sesión entera pero si rescataré lo que a mi juicio fue más importante

 

Luis al ser invitado al compromiso terapéutico se integra contra todo pronóstico de sus padres. Queda sorprendido y esto posibilita su entrega a ser parte de la solución, y como efectivamente afirma en un momento el no está enfermo ni loco. Además, al final de la sesión le pide al padre que hable con él en lugar de hablar de él y de decirle lo que tiene que hacer. Esto causara sorpresa sobre todo en el padre.

 

La energía de los síntomas que presenta el preadolescente pretende ajustar su sufrimiento que consiste en evitar las discusiones con sus padres y actuar solo por su cuenta. Este sufrimiento consiste en no ser entendido sobre todo por su padre que desde intentar lo mejor para él no cuenta con él.

 

Luis no tiene amigos en su clase, porque corporalmente sus compañeros son más pequeños y tienen mentalidad de niños. Necesita compañía de chicos mayores, más grandes. Eso es lo que le hace acercarse a este grupo con otras necesidades que los chavales de su clase. El ser incluido por ellos le hace pasar por una serie de pruebas a las que necesita someterse: fumar, beber, salir con chicas… Si no lo hace no cuenta con el apoyo de sus nuevos amigos. Su miedo es a ser el “rarito” si no responde como los demás. Necesita salir al mundo, y lo hace a través de esta nueva compañía. Sus padres, no entienden su no aceptación a relacionarse y salir con los amigos que ellos le proponen como son los hijos de sus amigos.

 

Las llamadas de atención como peticiones vitales de ayuda, tienen que ver con su silencio intencionado que puede terminar en estallidos de cólera. No saberse escuchado posibilita su incomunicación y su evidente enfado como asidero de supervivencia. Además, en casa están encima de él en lugar de relacionarse entre ellos lo cual hace más evidente su enfado. La agresividad del preadolescente tiene aquí una función de supervivencia. Esto rompe la imagen de niño bueno que tienen los padres cuando niegan lo que hay y se quedan con una idealización inexistente.

 

Luis es el elemento más sensible, que funcionará como chivo expiatorio del campo familiar. Y mientras sus padres ponen la mirada en él no toman conciencia de como es la relación de pareja sujetándose a automatismos en relación a su miedo al cambio.

 

Le pregunto cómo no ha hablado de este problema con los padres. Responde que le asusta verbalizarlo. Sin embargo le manifiesto que ahora lo está haciendo. Sorprendido dice sentirse más seguro. El estar con alguien que pueda escuchar le da seguridad. El malestar del preadolescente deja de ser figura para pasar a un segundo plano mientras que emerge la dificultad de los padres para apoyarlo en su miedo.

 

Más adelante en sesiones posteriores el padre verbalizara que vivió lo mismo con su padre, pero de otra manera, y lo vive como un trauma no resuelto que toma cuerpo en la relación con su hijo.

 

Cuando doy por terminada la sesión, todos parecen más tranquilos y verbalizan que les ha servido y que se llevan algo. Les propongo vernos regularmente alternando una sesión con todos y otra con el preadolescente. Luis acepta, y los padres también.
Nos veremos en sesiones alternas a partir de la semana próxima. Más adelante reformularemos el encuadre si fuera necesario.

 

PARA TERMINAR

 

Luis es un preadolescente más desarrollado biológica y físicamente que los preadolescentes que le rodean. Necesita desarrollarse e interaccionarse con otros iguales para posibilitar una maduración que sus compañeros de clase no le ofrecen. El inconveniente es que esos “otros” le pueden plantear problemas como más tarde el verbalizara en terapia, y esos problemas tienen que ver con que no quiere ni puede aceptar incondicionalmente todo lo que le ofrecen. Hay cosas que no le gustan como beber con ellos y representar determinados papeles como hacerse el violento y entrar en ejercicios de poder dentro de ese grupo.

 

A lo largo de la terapia va planteándose lo que necesita y lo que no, lo que le nutre y lo que no, y llega a establecer estrategias de relación con posibles iguales con los que pueda sentirse más cómodo. De este modo irá encontrado amistades que le dan seguridad y que no le exijan participar en actividades que no le gustan. Para Luis ser y comportarse como un adulto no tienen nada que ver con eso que le ofrece el nuevo grupo de amistades, pero en principio no tiene referentes en los que apoyarse. Lo que tiene claro es que no quiere seguir el modelo de un adulto tan rígido como su padre, ni tan laxo como el de sus actuales amigos. Va sintiendo que estos últimos no le sirven como grupo ni de referencia, ni de pertenencia.

 

Por otro lado las estrategias que van emergiendo en nuestros encuentros de terapia con los padres posibilitan su dialogo con ellos. Luis sigue apostando por la afirmación de su diferencia. Flexibiliza sus contactos mientras actualiza sus posibilidades. A su vez esto da lugar a una mayor versatilidad en las rigideces y automatismos del campo familiar, siendo que este encuentro enriquecerá a ambas partes.

 

Por parte de los padres lo que queda en evidencia a lo largo del proceso es que mientras ponen la mirada en el hijo evitan ver que pasa en sus relación de pareja. También esto dará entrada a que el padre comience a plantear si necesita o no cerrar asuntos pendientes en terapia individual.

 

También emerge en la madre la necesidad de buscar nuevos espacios en lugar de quedarse en modo “madre intensiva”, esto supondrá para ella el riesgo de reinventarse y de arriesgarse a explorar otros papeles.

 

Y para terminar, y en relación a mí, como terapeuta necesito desde el comienzo ver cómo me siento en el sistema, como me llegan los padres desde su manifestarse y cómo me hacen sentir esto a nivel físico con ellos, porque seguramente esto tiene que ver con cómo se siente el preadolescente y desde aquí recojo información sobre el fondo en que se asienta el trabajo en el que estamos. En este caso concreto y a pesar de cierta rigidez sobre todo del padre, irán dando entrada mis sugerencias y a la posibilidad de escucha en el campo familiar. Esto facilitara el cambio en todo el sistema, que a la vez modificará a cada uno de sus miembros… y estos a su vez posibilitarán el cambio del sistema.

 

BIBLIOGRAFIA:

 

– Perls, Hefferline y Goodman. (1951). Ed. 2.002. Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Los libros de CTP. El Ferrol.
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– Spagnuolo Lobb M; Levi N y Williams A (Eds) 2.017. Terapia Gestalt con niños. De la epistemología a la práctica clínica. Ed. – – –       Asociacion cultural de los libros del C.T.P. Madrid.
– American Psychiatric Association (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Editorial Médica Panamericana. Madrid.

 

Domingo de Mingo Buíde, Psicólogo Clínico, Psicoterapeuta de la F.E.A.P. Miembro Supervisor y Didacta de la A.E.T.G. y Psicólogo Psicoterapeuta por la E.F.P.A. (European Federation of Psychologists Associations).

 

 

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