Medicina y Gestalt por Vicente Lafuente.
El despertar de mi vocación sanitaria se dio tras leer en mi preadolescencia ‘El médico’ del recientemente fallecido Noah Gordon, donde un joven inglés en la Edad Media se da cuenta de la ignorancia en la que andaba sumida la medicina de la época e inicia un viaje fascinante en búsqueda de los avances médicos del mundo árabe.
Una novela maravillosa que sirve de referente a la hora de describir mi propia trayectoria; dado que desde la Universidad el planteamiento impartido era (y es) estrictamente científico, no fue hasta que sufrí en mis propias carnes las consecuencias del estrés y de la ansiedad que las situaciones que la vida nos va presentando que me di cuenta de las tinieblas que envolvían mi conocimiento de la salud, y de las implicaciones que la esfera emocional tiene en el origen, desarrollo y mantenimiento de nuestras enfermedades.
Eso fue el germen que encendió la chispa y que me llevó al camino del auto conocimiento, donde encontré en la Formación de Terapia Gestalt un espacio de aprendizaje a través de mis vivencias y de sanar las relaciones con mis amigos, familia, e hijos mediante la atención en el modo de comunicarnos entre los compañeros de la formación.
La medicina se ha transformado en un campo dividido en parcelas cada vez más pequeñas, donde cada especialidad tiene varias subespecialidades, con altos muros que las separan y aíslan unas de otras, de modo que si un neurólogo tiene un paciente con asma lo más probable es que lo envíe al neumólogo, donde si un psiquiatra tiene un paciente con fiebre llame al internista, perdiéndonos así la posibilidad de intercambiar información y sobre todo prescindiendo de una visión más amplia que permita interconectar síntomas de diferentes ámbitos, como puede ser una ansiedad y una úlcera.
Estoy lejos de los planteamientos que atribuyen una causa emocional específica a cada enfermedad orgánica, porque, según aprendí en Gestalt, si le damos voz a la enfermedad nos guiará pacientemente hacia la parte emocional que está contribuyendo al mantenimiento de los síntomas. Es un principio de la Gestalt el de darle voz al síntoma, ya sea emocional o físico, y seguirle la pista confiando en que nos muestre la parte no visible de la experiencia.
Y es que, si prestamos un poco de atención, es fácil descubrir que debajo de un infarto de miocardio, por ejemplo, puede haber una época de estrés, o de consumo de alimentos poco saludables, o de un hábito tabáquico de largos años en el que nos dañamos de manera más o menos inconsciente. El trabajo terapéutico sería, en este caso, tomar conciencia del daño que nos infringimos, comprender qué nos lleva a dañarnos de este modo, y ganar un margen de libertad que seguramente contribuya a que nos cuidemos de forma más consciente y nos acerquemos más al camino de la curación.
No espero milagros de la terapia, pero creo que es un gran apoyo a la hora de afrontar las enfermedades que se nos presentan en la vida. Huyo también de la responsabilidad que implican ciertos enfoques terapéuticos mal entendidos, donde si una mujer, por ejemplo, no se queda embarazada, le llegan a hacer responsable de la dificultad, con la carga emocional que eso supone y que se añade al sufrimiento intrínseco de no conseguir un objetivo vital tan relevante como tener un hijo.
Como terapeuta gestalt, nuestra función es acompañar las vicisitudes que el cuerpo nos depara para poder aligerar el volumen de malestar ya de por sí existente. Como médico de cuidados paliativos, puedo comprobar a diario como un paciente a las puertas del final de la vida necesita menos dosis de opioides si está bien atendido emocionalmente, si se siente acompañado por el equipo y escuchado como persona, más allá de la enfermedad.
La formación en Terapia Gestalt, es por tanto, un viaje de auto descubirmiento que puede abrirnos las puertas a una comprensión más amplia de las realidades en las que trabajamos, ya seamos educadores, sanitarios, psicólogos, trabajadores sociales o empresarios, y una guía viva para crear unas relaciones más sanas con los que nos rodean.
Vicente Lafuente
Médico de Cuidados Paliativos. Terapeuta Gestalt. Miembro titular de la AETG